miércoles, 26 de abril de 2017

El lamento de la guardia

El lamento de la guardia




El frió de la noche se hace cada vez más intenso según pasan los días en este frío yermo, el brillo de la luna se vuelve más y más  débil, señalando lo cerca que esta el invierno. No somos ni la sombra de lo que solíamos ser al llegar aquí, nuestro estandarte no marca ya el honor, temple o fuerza que en otros tiempos hacía, porque igual que nosotros, la orden ya no es lo que solía ser, antes éramos miles, defendiendo un juramento y salvaguardando las esperanzas de un mundo prometedor, ahora solo somos unos cientos, obligados a venir de todas partes, a cumplir una tarea que nadie desea, proteger tierras cuyos nombres ni se, ni me importa saber, salvaguardar a los habitantes de un mundo que ahora está podrido hasta su raíz y lo peor de todo, estando ya aquí, somos despojados de todo, nuestros propios colores, nuestras insignias, arrebatados de nuestras familias para volvernos parte de otra más numerosa, pero ni la mitad de unida como solía ser, lo peor de todo, es que sin importar cuántos lamentos oigan estas paredes y cuántos de nosotros hoy mueran bajo las manos de salvajes y animales con picos y garras preparados a matar a todos los que hoy vestimos el negro. Nadie leerá esto y nadie recordara mi nombre ni lo que fui antes de llegar a este lugar... Pero ya nada de eso importa ahora, solo importa que hoy seguimos vivos para otra batalla más, para detener todo lo que podamos a quienes desean arrebatar las tierras que otros cuidan cerca de estos muros y derramar sangre inocente, somos la espada que defenderá este mundo, que aunque podrido este, es nuestro por derecho y no se mis demás hermanos, pero lucharé hoy hasta mi último aliento para defender lo que aunque no podré volver a disfrutar, es mío. Que la luna sea mi guía y la espada mi mensajera.

Las trompetas suenan, los viajeros del interior regresan y traen lo que el resto del mundo arroja a nuestro pedazo olvidado del infierno, veo al gran veterano que antes liderar ejércitos hacia estos muros, trayendo ahora a unos pocos, menos que la vez anterior pero se que son más de los que vendrán la próxima. "Prospectos", les llaman algunos, "novatos" les dicen otros, "iniciados" se aventuran a decir los que aún creen que esto son solo unos años de incertidumbre que se superaran como en otras épocas. Pero nosotros que hemos visto los ojos de la muerte ya en suficientes hermanos sabemos discernir lo que realmente son, "Carne fresca" y lo se por todo lo que irradian al llegar, lo se por sus temblores en algunos al no estar acostumbrados al frío, lo se porque otros más orgullosos, se niegan todavía en despojarse de sus colores y emblemas, los cuales ya no les pertenecerán nunca más. Pero más importante que todo, lo se porque puedo ver en ellos, en todos ellos, algo que es totalmente perceptible al ojo de un asesino, todo tienen miedo. Miedo del no saber a que se enfrentarán, miedo por lo que está más allá de las murallas, miedo de saber que no volverán nunca a casa y miedo por nosotros, los que ya estamos más que acostumbrados a vivir en este frió infierno. Los tambores suenan, las aves huyen, los caballos relinchan y los novatos se espabilan, el gran maestro sale y ordena armar a todo el que pueda andar, veamos si... Tienen la madera de ser guardias, la mañana y sus luz decidirá si esta prueba de fuego deja a alguno con vida para portar el negro y borrar esa cara de miedo con la que todos llegaron aquí, al lugar donde todo sueño y anhelo muere desde la entrada del castillo negro.


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