sábado, 29 de mayo de 2021

Plata y Garras

Plata y garras.

 Tenia ocho años cuando la carrera por la plata comenzó. Era muy joven para entender tantas cosas, como el porqué tuvimos que mudarnos de nuestro pequeño pueblo a una gran ciudad amurallada ni del porqué papá nunca volvió después de ponerse ese traje de hierro para después nunca volver, ni aún menos del porqué mamá un día entregó unas cucharas grises y le entregaron un montón de monedas a cambio.

El pasar de los años me llenó de entendimiento y entre las cosas que pude entender, fue que la llegada de aquellos “aulladores” cambió no sólo el orden de las cosas, sino que nuestra economía y nuestras prioridades cambiaron totalmente de forma permanente. Como muchos otros crecí sin padre tras la primera gran incursión de esas criaturas. Pensamos que venían de todos los rincones del mundo por la facilidad con la que rodearon los reinos. Pero con el tiempo se descubrió que venían de más allá de las montañas de Sarman, lugar que pensábamos nosotros, terminaba el mundo y… Puede que el mundo no terminara en esas montañas, pero los que causaron la transformación de éste sí que vienen de allá.
Cuando cumplí 17 años la plata valía más que el hierro y el oro, los hombres de ojos claros como mis hermanos y yo éramos temidos y el servicio en el ejército o las minas era obligatorio al menos por un tiempo. El día que debía presentarme junto a los otros jóvenes que recién iban a comenzar su servicio abracé a mis hermanos, miré a mi mamá y le sonreí al tiempo que le daba mi única pieza de plata.

“Cuídate, hijo” me decía al tiempo que me abrazaba fuertemente “no olvides que debes regresar a casa con nosotros”.

“Lo prometo. Volveré”, le dije al tiempo que le daba un beso en la frente y salía de casa.

Me acompañan en mi cinto una espada de segunda mano y en mi bolsillo unas monedas de hierro para comenzar este posiblemente fatal camino. Cuando llegué a las barracas di mi nombre para ser revisado en el ahora estricto registro de ciudadanos, para certificar quién era, ser confirmado y enviado a la plaza interna para formar junto a los otros jóvenes de mi distrito para escuchar el discurso de nuestro nuevo comandante antes de ser divididos y enviados a las zonas de adiestramiento. Vi a varios conocidos, pero poco me importaba. Todos mis amigos habían sido enviados ya a diferentes frentes. El bullicio se acaba en el momento que un hombre se abre paso entre los demás y se pone sobre la tarima frente a nosotros.

“Antes que nada, quiero darles la bienvenida a todos ustedes, ya no son niños, dejaron de serlo en el momento que entraron a esta plaza” Comenzó a caminar de un lado a otro, observándonos, estudiando a la carne fresca diría yo “¡Pero tampoco son hombres todavía! Aun no han sido bautizados ni por el beso del acero o las garras, ni han sentido la caricia del sol tras pasar semanas bajo tierra buscando plata, oro y hierro para mantener la estabilidad del reino. Mi nombre es Numach y a mi lado están el jefe de minero Gragas y la jefa de cazadores Ashe. Serán divididos en tres grupos los cuales iran a las minas del este, al centro de entrenamiento en Cashick o a los bosques negros. Los aulladores se han mantenido tranquilos en estos meses, pero los bandidos y las tropas del reino de Ronella son otra historia. Los que se vuelvan cazadores o soldados, pronto conocerán el acero y no prometo que todos pasen del año en nuestras filas, pero… ¡Los que lo hagan, serán conocidos como los defensores de este reino y su gente!” Esa última frase fue seguida por los vitorees de soldados y reclutas por igual, mientras que la mayoría de los chicos solo pensaba en ser héroes, yo me quede con la parte que muchos no volveríamos y pensé en mis amigos, ¿Alguno seguirá con vida? Sigue el discurso “Ahora, todos pasen al frente y tomen una piedra. Según la que les salga, serán enviados a algún cuerpo. Ahora todos en fila”



Conforme pasábamos éramos divididos y enviados con nuestros nuevos oficiales, unos eran enviados con el jefe minero, preparándose para una vida de recolectar minerales, enfrentar trasgos y ver poco a luz del dia, los cazadores aprenderían a vivir con el arco y flechas siempre encima y a dormir en bosques y campos siempre listos para acabar con toda criatura que aparezca en la zona y los soldados son la primera y última línea de defensa de nuestro estado, entrenados para enfrentar hombre y aulladores por igual, en otras palabras: la fuerza con mas bajas siempre. Este ultimo contingente fue mi destino en la selección.

En los últimos seis meses solo supe lo que era sufrir agotamiento físico y mental por mi entrenamiento, cambie mis sandalias por botas de cuero grueso, mi ropa ligera por una armadura y mi espada usada por un sable bañado en plata listo para enfrentarse a todo y asi fue mi vida, simple, dura y lejos de ser heroica, pero al menos, mi estomago estaba lleno y mi familia recibía con regularidad. Las primeras misiones fueron espantar a unos cuantos idiotas del bar favorito del capitán, acabar con unos cuantos lobos negros y todo fue normal hasta hace tres días, que seleccionaron a algunos para acompañar un gran cargamento de plata que iría a las forjas.





Durante nuestro camino, todo se sentía diferente, ya que pese a estar dentro de nuestro territorio, los veteranos estaban muy inquietos. Al caer la noche fue acompañada con el principio de los pesares de esa noche, de nuestros cuatro exploradores solo uno regreso; con temor en sus ojos y una flecha en la espalda que solo presagiaba fatalidad nos conto que hombres de negro los siguieron y los acosaron con flechas hasta que solo el pudo escapar, no supo su numero que si que eran muchos y que no les importaba morir con tal de obtener la fortuna que cargábamos encima. No nos tomo mucho retomar el camino ahora mas apresurados que antes, seguimos andando hasta el amanecer y solo nos detuvimos lo necesario para comer y que bestias y hombres pudieran descansar… Pero nada nos preparó para la noche.

Al salir la Luna tomamos un ultimo descanso antes de llegar a nuestro destino, los hombres hablaban alrededor del fuego y los animales pastaban a gusto cuando todo comenzó. No sabemos que fue lo que ocurrió primero, si los inconfundibles aullidos de esas demonios o el caer de las flechas sobre los hombres, pero si puedo decirte que el salto de esos malditos aulladores sobre nosotros fue lo que nos hizo entender lo que estaba pasando.

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Esta imagen puede encontrarse en la pagina Aftermath.

La batalla comenzó de forma tan desorganizada que de un momento a otro, ya había hombres, bestias y caballos muertos por todo el campamento, mi mente solo pensaba en no morir y mi brazo blandía su espada hacia todo objeto negro o peludo que venía hacia mi. Creímos que los aulladores y los hombres de negro eran aliados, eso creímos… Hasta que frente a mis ojos vi como uno de esos demonios devoraba la cabeza del bandido mas cercano. La batalla termino de forma tan abrupta como comenzó, con el ultimo Aullador muerto y los bandidos muertos o huyendo. Entendimos que ellos atrajeron a los Aulladores hacia nosotros para crear una apertura y llevarse la plata en medio de la confusión. No contaban con que cuando ya tenían el cargamento en sus manos los Aulladores no diferenciaran entre soldados y bandidos y los despedazaran igual que a nuestros hombres. Entre los muertos había quienes eran poco mas que niños, sus rostros reflejaban el miedo que sintieron antes de ser atravesados por una espada o que unos dientes afilados le despedazaran el cuello.

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Esta imagen pertenece a la pagina de Aftermath.

Entre los muertos enemigos no se encontraba el líder de los bandidos, ni el comandante de nuestra tropa, pero si muchos hombres de ambos bandos y aquí pude entender lo que la ambición por poder y dinero pueden hacer en los corazones de los hombres y que siempre existirán personas dispuestas a sacrificar cientos de vidas por sus vanos intereses. Ahora, solo me queda agradecer que no estoy entre los que han caído y cobrar mi paga al final de esta semana, mi alma necesita un descanso y mi cuerpo una cerveza después de todo esto.


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