El adiós del poeta


El adiós del poeta.


No se que hago aquí, tampoco quiero saberlo, solo estoy quemando tiempo mientras llega la hora de una reunión a la cual ni siquiera me interesa asistir, ese fue mi pensamiento desde que entré a esa sala de espera, donde se decidiría si entrariamos o no a una lucha la cual está perdida antes de comenzarla. Ahora ya han pasado más de 10 horas desde que se decidió, unos hombres hacia aquí, otros para halla, uniformes a un lado y municiones a otro, lo normal para nosotros, ya estamos acostumbrados por antiguas experiencias, por un momento pensé que todos serían más de lo mismo que yo conocí hace más de un año, hombres y mujeres duros, poco cultos, curtidos en lo marginal y de miradas vacías, pero en el instante que se lleno este lugar con otros líderes y acompañantes(como yo) supe el error que cometía al pensar de manera tan cerrada, ya que lo que un dia escuche de que "la lucha es de todos" se volvió algo más que unas lindas palabras de cierto modo huecas al encontrarme en este auditorio donde hombres tan diferentes pensaban lo mismo, todos juntos hablando en favor de la misma causa y lamentandonos todos, porque ya no quedaba otra salida. Antes de salir vi como el militar y el profesor limpiaban rifles, como el de traje y el de ropa cosida, buscaban las palabras para despedirse de los suyos, como pintores dejaban el pincel y obreros soltaban la pala y en cierto momento entendí yo el escritor, que recordaría el olor de las balas. No sé qué fuerza se apoderó de mí, si era el antiguo soldado, mi lado militar resonante o si era mi otro lado, el estudiante que un dia fue protestante, solo entendí que mis pies se movían en dirección a quienes atraje a este lugar cuando solo esperaba otro montón de nada, que debía saber poner la cara, ya que eso al fin cambiaba. Ya la última firma se sello, la tinta se secó y la espada de su funda se saco, no lo soportaremos más, esta agonía terminó... No entiendo como el tiempo paso asi de rapido, hace unas horas estaba contigo y ahora, el frío y el miedo entumecen mis dedos y en mi corazón se hace cada vez más fuerte el pálpito. Ya solo nos queda esperar, nuestra gente no demora, esta mañana no éramos 10 y somos cientos ahora, no se como explicarte un sin razón del como termine aqui, solo puedo decir que el momento es ahora, ya que si no cambiábamos algo, moriríamos de hambre o por una bala castigadora, solo pido perdón por lo que haré, no me perdonaré jamás, lo que debo no lo quiero hacer, pero mi mayor lamento es que si caigo, no te vere jamas. Ya yo me despido, porque llegó la hora, de esto no quedaran testigos ni se hablará en las emisoras, solo seremos los que se enfrentan al mal que hasta hoy nos devora.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entrada mas vista del mes

La Bridante y el Bosque

"Siempre anhele sentir la bruma en mi piel desnuda" Solía decir ella mientras observábamos como la misma envolvía el lejan...