martes, 1 de agosto de 2023

Balada para una historia secreta.

 Balada para una historia secreta





Miras por la ventana un paisaje de invierno 

y la malinga lluvia te destruye 

porque eres la ausencia.


Estabas y no eras,

hablabas y el silencio:

Nunca eres más bella cuando se que eres la que no está conmigo.

No encuentro en la memoria

Un nombre que te deje a mi lado, un instante, un nombre que me salve de verte así, creada

por la palabra ausencia 


Y por eso la lluvia, y por eso el silencio

Y la fuga que eres, y el vacío junto al vertigo que eres.

Cuando la ausencia toma tu figura

miércoles, 18 de enero de 2023

Regreso a casa

 Regreso a casa

Cuando tenía dieciocho años opté por irme de casa, no le dije a nadie en ningún momento sobre mi plan de escapar de la ciudad y en ese momento tampoco le vi necesidad, solo quería huir de esa ciudad sin futuro para mí. Esperé al Festival de la Luna. Mientras todos estaban ocupados con sus bailes y viendo las mismas obras de teatro, yo tomé mis maletas, mi vieja guitarra y el poco dinero que pude ahorrar en este pueblo. Cuando estaba terminando de meter todo en mi viejo Fiat, Cazzy apareció y me confrontó con una inmensa tristeza en los ojos, como quien ya sabe lo que le dirán.

“¿A dónde vas, Thomas?” No me miraba a mí, sino a las maletas.

“A donde sea” Le dije mientras cerraba el maletero “sabes que no puedo seguir aquí más tiempo”.

“Pero… Creí que…”

“Tú y yo no vamos a ningún lado Cazzy, lo sabes. Este pueblo está estancado y yo no planeo seguir aquí ni un día más” la interrumpí “lo siento pero… Es lo mejor para los dos”.



No hubo respuesta por parte de ella, solo sollozos. Sin nada más que decir subí al auto y arranqué. No miré atrás en ningún momento. Abandoné el pueblo y pasaron unos largos 8 años sin siquiera pensar en la vida que dejé atrás. Todo fue así hasta que una madrugada me llegó un mensaje al teléfono desde un número desconocido que decía “Thomas, sé que no extrañas a tu antigua vida, ni a la familia que dejaste atrás, pero me pareció justo decirte que papá tuvo un infarto hace dos días y… no sobrevivió. Si quieres venir a su entierro eres bienvenido. Att: Hanna, la que solía ser tu hermana”.


Solo tuve que leer el mensaje una vez para que la sensación de embriaguez abandonara mi cuerpo y que el hielo subiera de mis pies a todo mi ser. El calor me abandonó a una velocidad que jamás creí posible y mis dedos temblaron. Trataba de responder pero siempre terminaba borrando lo que le escribía. Creo que leyó mi mente porque me envió la dirección de casa al darse cuenta de que no era capaz de responderle. No había amanecido cuando ya estaba saliendo en mi auto por la carretera que más rápido me llevaría a ese pueblo que tantos años tenía sin visitar.

El camino a casa iba acompañado de fantasmas que atacaban como recuerdos de una vida que ya parece ajena. Cuando pasé los viejos robles que están a varios kilómetros del pueblo recordé los dias cuando mis amigos y yo escapábamos de la escuela y pasábamos la tarde ahí comiendo moras de los arbustos que antes poblaban esta zona… Ahora solo hay viejos árboles moribundos y matorrales secos.

Al pasar por la vieja tienda de Hook recordé mi primer beso con Cazzy, lo colorido que era el lugar y lo bonita que se veía ella con ese peculiar conjunto me golpeó en la cabeza al pasar por ahí…

“Ahora dime… ¿Por qué hablas tanto durante las clases y estando conmigo estás tan callado y nervioso?” preguntaba ella mientras sonreía.

“Es que… No creí que fueras a decirme que sí para esta cita” Le dije mientras mis manos tocaban las de ella de forma temblorosa.

“Tranquilo” respondió a mi nerviosa caricia con su mano “no podía decirle que no al chico que me pone cartas en los cuadernos creyendo que no me doy cuenta”

“Pero…” Comencé a decir.

“Mejor no lo niegues, porque dejarías de gustarme” y sin saber realmente quién hizo el primer movimiento, terminamos besándonos y derramando el café sobre la mesa.

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Cuando pasé por mi antigua escuela recordé todas las veces que me escapé por la ventana del club de teatro y noté lo mucho que han alterado esta escuela. En definitiva ya no pueden escaparse por ahí. Veo personas por la ventana de mi auto y puedo reconocer muchos rostros ya marcados por los años que han pasado desde que hui de aquí. La banca que siempre usaban los señores Varza a esta hora ahora es el sitio de reunión para los típicos vagos y, por lo que veo, los Varza jamás volvieron a esta banca; creo que sé por qué. Al llegar a mi destino puedo ver muchos autos estacionados y veo a la gente caminar hacia la casa que antes llamaba hogar y pierdo el aliento, viendo como Cazzy camina con un vestido negro, de la mano de un sujeto que no logro reconocer y con una mini versión de ella corriendo a su alrededor… No sé porque ver esa escena me rompe un poco el corazón.

Las personas entran a casa con su ropa negra y su mejor cara de luto. Papá siempre fue apreciado por los vecinos y todo quien lo conociera diría que fue una de las mejores personas en el pueblo. Dos niños se persiguen en la entrada de la casa, eso me recuerda a cuando Hanna y yo éramos de ese tamaño y hacíamos exactamente lo mismo, luego llegaba papá y en lugar de detener el juego se unía y nos perseguía por toda la casa… Esos recuerdos parecen ser de otra persona y pertenecer a un tiempo mucho más lejano de lo que en verdad es. Logro reconocer muchos rostros. Aunque los años pasen y las personas crezcan, hay quienes pueden ser reconocidos sin importar cuánto pase. Entre todas las personas que hay puedo ver a la mujer castaña con mi mirada perdida que solía ser mi hermana. Mi mano tiembla mientras abro la puerta del auto y me bajo. El hijo pródigo hoy regresa a casa… Pero creo que demasiado tarde.

miércoles, 2 de febrero de 2022

Camino equivocado.

 

Camino Equivocado.


"No todos los viajes terminan bien", eso es algo que me dijeron cuando era pequeño y nunca le presté atención… Ahora lo recuerdo y nunca podré darle la razón a ese señor de la tienda, ya que esta aventura nos salió mas cara de lo que pensé, de lo que cualquiera de nosotros hubiera pensado. Mis piernas tiemblan, ya no pueden andar más y no las culpo; hicieron más de lo que pensé que fuera posible para una persona normal… La sed y el hambre no dejan que piense con claridad ya, mi cuerpo me pesa al punto de que ya nada me importa y cualquier sitio sería bueno para tumbarme y morir para poder descansar como los demás. Escuchar los movimientos de esos malditos hombres, me encontraron de nuevo, creo que esto es todo para mí… Ahora es cuando me pregunto ¿Cómo terminamos de esta manera?

 

 

Todo comenzó con el plan de hacer nuestro último viaje antes de que todos nos separáramos, ya que pronto comenzaríamos la universidad y más de uno dejaría la ciudad, otros abandonarían el estado y Martin había optado por ser oficial del ejército. Ninguno lo decía en voz alta pero todos sabíamos que quizá esta sería la última semana en la que estaríamos todos juntos, por lo que decidimos irnos a una última aventura, un último recuerdo antes de que nuestra vida cambiara; ahora que lo pienso siento que hubiera sido mejor haberle hecho caso y Ronny y a Diana y quedarnos en el festival en lugar de ir más lejos. En nuestro segundo día de viaje, nos dijeron que más allá de los caminos normales, había un pueblo que por estas fechas encendía una cruz. La cruz de Todos los Santos le llamaban, que aquellos que dejaran una vela en su base podrían pedir un deseo que se podría cumplir si cumplíamos con los ritos que pedían… En ese momento parecía buena idea hacerle caso al viejo hombre de barba y mirada perdida en el tiempo que nos contó cómo fue y su deseo se cumplió.

 

“Las velas son una ofrenda a los antiguos señores de estas montañas y si cumples con sus ritos, tu mayor deseo se hará realidad” nos dijo, con eso ya nos había convencido a todos “solo les aconsejo que cuando lleguen a la próxima intersección, tomen el camino nuevo, es más largo pero… Es mas recomendable para ustedes”

 


En ese entonces no entendimos por qué nos dio esa recomendación, pero con mapa en mano compramos todo lo que nos hacía falta y emprendimos nuestro viaje en los autos. Al llegar a la intersección se podía ver el nacimiento de los dos caminos, pero, el camino nuevo tenía un tronco enorme obstruyendo la vía. Nuestro líder innato, Dario, estaba en modo aventurero y optó porque tomáramos la ruta vieja, ya que era más corta y aunque no hubiera un sitio para dormir en la noche podíamos acampar junto a la carretera… Esa decisión nos condenaría a un fatal destino el cual todavía desconocíamos. Tras varias horas de carretera comenzó a oscurecer, y nosotros decidimos acampar en un pequeño claro a mitad de la carretera para poder descansar y apenas saliera el sol seguir nuestro camino para antes del próximo atardecer llegar a nuestro destino. Las carpas se montaban, el ron no se acababa y la comida a un improvisado fuego se calentaba… Nadie se daba cuenta de lo callada que estaba la noche, más callada de lo normal. Nadie notaba que entre los árboles sombras se movían ni de las ramas rompiéndose ante el paso de seres desconocidos. Cuánto lamento haber aceptado subirme a ese auto esa mañana de lunes.

 


“Yo no voy a estudiar más” comenzó a hablar Luis “Dariana está embarazada y necesitamos comenzar a producir dinero. Mi tío me dio espacio en su taller para comenzar la próxima semana” pobre Luis, él pensaba que su vida en familia comenzaría pronto, si tan solo hubiera sabido…

 

“Es lo mejor para ustedes” intervino Yanella “Yo no quiero irme pero aquí no está la carrera que deseo y ese es mi verdadero…” dejé de escucharla en ese momento, mi prioridad era otra realmente.

 

Hanna, aquella chica de ojos dorados y piel canela que desde primer grado me robó el aliento, iría a la misma universidad que yo dentro de poco y yo estaba más que decidido a que por fin se fijara en mí. Y en este momento, con ron en mi cabeza y su cuerpo junto al mío que se calentaba frente al fuego, pensaba que era el mejor momento para una declaración amorosa antes de que la razón volviera a mi cerebro. Solo me enfocaba en ella y en cómo sus piernas estaban envueltas en las mías, en que sus zapatos se confundían con los míos y de fondo un Marcos caminando hacia la fogata con una cara de felicidad con una bolsa de salchichas inglesas. Todo fue perfecto…. Hasta que una lanza de madera atravesara el pecho de Luis y entre gritos y alaridos las salchichas caían al suelo y nuestra vida se transformaba en una completa historia de terror.

 


 

Antes de darme cuenta, hombres con trajes de tela antigua y armas rudimentarias corrían a nuestro alrededor ensartando y degollando a hombres y mujeres por igual. Dario sacó su pistola de reglamento y comenzó a dispararle a todo lo que veía, Marcos usaba su cuchillo de cocina para atravesar el pecho del hombre que había tacleado en venganza por Luis, Juan era convertido en una diana humana y varias flechas atravesaban su pecho antes de saber qué estaba pasando. Yo solo pensaba en correr, en huir con Hanna a un lugar más seguro. Por un momento pensé que lograríamos escapar, hasta que una lanza en la espalda de la mujer que amaba y el recuerdo de lo lejos que estábamos del pueblo más cercano acabó con mi esperanza. Ella me miró, sabiendo que estaba condenada pero al mismo tiempo esperando que pudiera hacer algo… Yo solo pude correr en la dirección contraria pensando que ojalá la vida hubiera sido un poco menos cruel con este grupo de jóvenes con anhelos y sueños terminados por hombres de la montaña embriagados por las leyendas antiguas.



Agradecimiento especial al amigo Jose Medina por permitirme usar su foto para esta historia.


Los sonidos se hicieron más lejanos. En algún momento dejé de escuchar los disparos de la pistola de Dario y los gritos de mis amigos que a estas alturas ya debían ser cuerpos sollozantes en el suelo o prisioneros para algún ritual pagano hace mucho tiempo olvidado por la civilización. En mi camino encontré el cadáver de Diana, con una lanza en el estómago y una cara triste que solo reflejaba el terror que debía estar tatuado en mi rostro también; uno de sus zapatos había debido perderse en su caída y observándola fue cuando entré en un modo de trance donde duré corriendo por horas como si supiera a dónde ir, atravesando matorrales y huyendo de cada sonido ajeno a mi persona. Fue aquí cuando volví en mí y me di cuenta de que ya no podía seguir corriendo, que mis piernas no daban para más y que mi alma solo pedía descansar. Justo cuando escuché los gritos de aquellos terribles hombres, observé a la distancia una cruz iluminada por focos y un pueblo tan cercano pero al mismo tiempo tan lejano como el sol. En ese momento recordé el motivo de este último viaje y antes de que algo más pasara, observé la cruz, pensé en mis amigos y cerré los ojos deseando que ojalá no le hubiéramos hecho caso a ese viejo hombre con su leyenda de deseos cumplidos y velas de cera.

lunes, 2 de agosto de 2021

Los maldición de los siete de Bali.

Los maldición de los siete de Bali.


Nunca pensé que mi vida terminaría de esta manera, huyendo de ciudad en ciudad perseguido siempre por la desgracia y la muerte. Todo comenzó una noche de abril mientras mis amigos me convencían de ir a una casa abandonada para pasar la noche y contar historias de terror. La noche estaba sobre nosotros y las cervezas nublaban nuestras ideas; conforme pasaban las horas comenzamos a explorar la casa y al momento de entrar al sótano, vimos que había marcas raras cubriendo la puerta y mis amigos no le prestaron atención, solo empujaron hasta que cedió y en ese momento sentí un aire tan raro saliendo de ahí el cual venía no se si del inframundo o del interior del mismo sótano.

 



Encontramos muchas cosas que ninguno habría creído encontrar: velas negras, cruces rotas, huesos colgados y en medio de todo, había un libro negro, que se veía intacto pese a estar en medio de un sitio tan sucio y olvidado, parecía que… Una pelea muy violenta hubiera sucedido alrededor de él pero al mismo tiempo es como si nadie se hubiera atrevido a tocar el libro, todo a su alrededor estaba roto como si esas cosas hubieran sido arrojadas o usadas para golpear a alguien. No se qué pensaban mis amigos, pero creyeron que sería buena idea llevarse ese libro arriba para leerlo con los demás muchachos… El mayor error que pudimos haber cometido.

 

Al subir, las cervezas le ganaban al sentido común y es aquí cuando se nos ocurrió abrir el libro y ver qué decía. Tenía dibujos realmente grotescos y hablaba de rituales, aunque estaba en un lenguaje realmente raro, una persona se tomó el tiempo de traducirlo y anexar a cada página su respectiva traducción de los rituales oscuros. Entre todos ellos nos quedamos con “La maldición de Bali y sus 7 desgracias” que al leerlo hablaba de que el gran señor oscuro Bali era llamado a una habitación y escogía a 7 hombres de corazón y alma perdidas para ser los repartidores de desgracias, que serían enviados por diferentes caminos y cuando alguno se encontrara con cualquiera de sus compañeros… Los seres oscuros se alzarían y acabarían con todo a su alrededor hasta que pasasen 2 días y 3 noches.

 




“Me parece tan tonto que ustedes crean que todo lo que dice ahí es cierto” Dijo Sonia, la chica que estaba leyendo los ritos “es obvio que es algo inventando por alguien que no tenía nada que hacer”

 

“Yo no diría eso” Respondió Richard, nervioso “para mí, sí es real… Así que vamos a tirar ese libro” Y se alejó mas del libro.

Aquí comenzó una discusión sobre si mantener con nosotros el libro o tirarlo y es en este momento donde dije algo que me hace arrepentirme todos los dias desde entonces.

 

“Chicos hagamos esto, hagamos el ritual de Bali y sus 7 desgracias, pero, no lo hagamos completo, aquí dice que debemos hacer una ofrenda de sangre todos los presentes… Hagamos el cantico, pongámonos en el círculo, pero, no vamos a cortarnos ni a hacer el sacrificio de sangre. Asi podremos sentir si pasa algo y si es asi nos detendremos a tiempo ¿Les parece?” Lamentablemente todos estuvieron de acuerdo conmigo.

 

Y así lo hicimos, buscamos las velas negras, desempolvamos los ídolos que rodeaban el cirulo, con tiza trazamos las líneas justo como decía en las páginas del libro y pusimos los cuchillos ceremoniales justo como se pedia. Al tenerlo todo listo nos hemos sentado en las posiciones y comenzamos el llamado al señor de las desgracias Bali el rojo, antiguo humano que se entrego en antaño a los dioses oscuros y que esta destinado a repartir desgracia y muerte al mundo con sus seguidores… Realmente olvide ya las palabras que usamos, pero si recuerdo muy bien lo que sucedió a continuación.

 

Después de cierto punto, la energía del lugar cambio, ya que el aire se volvió pesado y el alcohol abandono mi sistema de golpe, estaba alerta sintiendo como el ambiente se volvía hostil y todo se veía tan bizarro a la hora de mirar alrededor. Mi piel estaba erizada al ver como todos se movían al mismo tiempo mientras repetían el cantico, trate de gritar para que se detuvieran pero me di cuenta de que mi cuerpo no me obedecía y que ya mi mano sostenía el cuchillo de ceremonias, igual que el resto… En el momento que recupere el control sobre mi cuerpo ya el pacto estaba hecho. Bali estaba ahí, casi parecía un humano con sus ropas viejas, su estatura promedio y sus facciones bruscas, pero, su sonrisa maligna y la energía que expulsaba te hacia darte cuenta que era cualquier cosa menos eso. Da una vuelta rápida y dice “almas perdidas, hijos del pecado, acepto su ofrenda y los vuelvo participes de mi oscuro pacto, ahora, id por todo el mundo y expandan mis desgracias a todo aquel que se cruce en su camino”

 

Nos despertamos a la mañana siguiente, con dolor en todo el cuerpo y con la certeza de que nuestra vida será un martirio hasta nuestra muerte. Ahora estoy aquí sentado en este bar de este pueblo fantasma donde hay mas botellas de whisky que personas creyendo que por fin pasare una noche en una cama bajo techo y no en algún callejón, pero, mis esperanzas se acabaron cuando veo entrar a  Sonia con dos chicos, su sonrisa murió en el momento que me vio y en mi cuerpo sentí como los oscuros se preparaban para salir de nuevo y acabar con la poca vida que queda en este pueblo desolado… Bueno, creo que me dará tiempo de acabar con este trago al menos.

 


sábado, 29 de mayo de 2021

Plata y Garras

Plata y garras.

 Tenia ocho años cuando la carrera por la plata comenzó. Era muy joven para entender tantas cosas, como el porqué tuvimos que mudarnos de nuestro pequeño pueblo a una gran ciudad amurallada ni del porqué papá nunca volvió después de ponerse ese traje de hierro para después nunca volver, ni aún menos del porqué mamá un día entregó unas cucharas grises y le entregaron un montón de monedas a cambio.

El pasar de los años me llenó de entendimiento y entre las cosas que pude entender, fue que la llegada de aquellos “aulladores” cambió no sólo el orden de las cosas, sino que nuestra economía y nuestras prioridades cambiaron totalmente de forma permanente. Como muchos otros crecí sin padre tras la primera gran incursión de esas criaturas. Pensamos que venían de todos los rincones del mundo por la facilidad con la que rodearon los reinos. Pero con el tiempo se descubrió que venían de más allá de las montañas de Sarman, lugar que pensábamos nosotros, terminaba el mundo y… Puede que el mundo no terminara en esas montañas, pero los que causaron la transformación de éste sí que vienen de allá.
Cuando cumplí 17 años la plata valía más que el hierro y el oro, los hombres de ojos claros como mis hermanos y yo éramos temidos y el servicio en el ejército o las minas era obligatorio al menos por un tiempo. El día que debía presentarme junto a los otros jóvenes que recién iban a comenzar su servicio abracé a mis hermanos, miré a mi mamá y le sonreí al tiempo que le daba mi única pieza de plata.

“Cuídate, hijo” me decía al tiempo que me abrazaba fuertemente “no olvides que debes regresar a casa con nosotros”.

“Lo prometo. Volveré”, le dije al tiempo que le daba un beso en la frente y salía de casa.

Me acompañan en mi cinto una espada de segunda mano y en mi bolsillo unas monedas de hierro para comenzar este posiblemente fatal camino. Cuando llegué a las barracas di mi nombre para ser revisado en el ahora estricto registro de ciudadanos, para certificar quién era, ser confirmado y enviado a la plaza interna para formar junto a los otros jóvenes de mi distrito para escuchar el discurso de nuestro nuevo comandante antes de ser divididos y enviados a las zonas de adiestramiento. Vi a varios conocidos, pero poco me importaba. Todos mis amigos habían sido enviados ya a diferentes frentes. El bullicio se acaba en el momento que un hombre se abre paso entre los demás y se pone sobre la tarima frente a nosotros.

“Antes que nada, quiero darles la bienvenida a todos ustedes, ya no son niños, dejaron de serlo en el momento que entraron a esta plaza” Comenzó a caminar de un lado a otro, observándonos, estudiando a la carne fresca diría yo “¡Pero tampoco son hombres todavía! Aun no han sido bautizados ni por el beso del acero o las garras, ni han sentido la caricia del sol tras pasar semanas bajo tierra buscando plata, oro y hierro para mantener la estabilidad del reino. Mi nombre es Numach y a mi lado están el jefe de minero Gragas y la jefa de cazadores Ashe. Serán divididos en tres grupos los cuales iran a las minas del este, al centro de entrenamiento en Cashick o a los bosques negros. Los aulladores se han mantenido tranquilos en estos meses, pero los bandidos y las tropas del reino de Ronella son otra historia. Los que se vuelvan cazadores o soldados, pronto conocerán el acero y no prometo que todos pasen del año en nuestras filas, pero… ¡Los que lo hagan, serán conocidos como los defensores de este reino y su gente!” Esa última frase fue seguida por los vitorees de soldados y reclutas por igual, mientras que la mayoría de los chicos solo pensaba en ser héroes, yo me quede con la parte que muchos no volveríamos y pensé en mis amigos, ¿Alguno seguirá con vida? Sigue el discurso “Ahora, todos pasen al frente y tomen una piedra. Según la que les salga, serán enviados a algún cuerpo. Ahora todos en fila”



Conforme pasábamos éramos divididos y enviados con nuestros nuevos oficiales, unos eran enviados con el jefe minero, preparándose para una vida de recolectar minerales, enfrentar trasgos y ver poco a luz del dia, los cazadores aprenderían a vivir con el arco y flechas siempre encima y a dormir en bosques y campos siempre listos para acabar con toda criatura que aparezca en la zona y los soldados son la primera y última línea de defensa de nuestro estado, entrenados para enfrentar hombre y aulladores por igual, en otras palabras: la fuerza con mas bajas siempre. Este ultimo contingente fue mi destino en la selección.

En los últimos seis meses solo supe lo que era sufrir agotamiento físico y mental por mi entrenamiento, cambie mis sandalias por botas de cuero grueso, mi ropa ligera por una armadura y mi espada usada por un sable bañado en plata listo para enfrentarse a todo y asi fue mi vida, simple, dura y lejos de ser heroica, pero al menos, mi estomago estaba lleno y mi familia recibía con regularidad. Las primeras misiones fueron espantar a unos cuantos idiotas del bar favorito del capitán, acabar con unos cuantos lobos negros y todo fue normal hasta hace tres días, que seleccionaron a algunos para acompañar un gran cargamento de plata que iría a las forjas.





Durante nuestro camino, todo se sentía diferente, ya que pese a estar dentro de nuestro territorio, los veteranos estaban muy inquietos. Al caer la noche fue acompañada con el principio de los pesares de esa noche, de nuestros cuatro exploradores solo uno regreso; con temor en sus ojos y una flecha en la espalda que solo presagiaba fatalidad nos conto que hombres de negro los siguieron y los acosaron con flechas hasta que solo el pudo escapar, no supo su numero que si que eran muchos y que no les importaba morir con tal de obtener la fortuna que cargábamos encima. No nos tomo mucho retomar el camino ahora mas apresurados que antes, seguimos andando hasta el amanecer y solo nos detuvimos lo necesario para comer y que bestias y hombres pudieran descansar… Pero nada nos preparó para la noche.

Al salir la Luna tomamos un ultimo descanso antes de llegar a nuestro destino, los hombres hablaban alrededor del fuego y los animales pastaban a gusto cuando todo comenzó. No sabemos que fue lo que ocurrió primero, si los inconfundibles aullidos de esas demonios o el caer de las flechas sobre los hombres, pero si puedo decirte que el salto de esos malditos aulladores sobre nosotros fue lo que nos hizo entender lo que estaba pasando.

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Esta imagen puede encontrarse en la pagina Aftermath.

La batalla comenzó de forma tan desorganizada que de un momento a otro, ya había hombres, bestias y caballos muertos por todo el campamento, mi mente solo pensaba en no morir y mi brazo blandía su espada hacia todo objeto negro o peludo que venía hacia mi. Creímos que los aulladores y los hombres de negro eran aliados, eso creímos… Hasta que frente a mis ojos vi como uno de esos demonios devoraba la cabeza del bandido mas cercano. La batalla termino de forma tan abrupta como comenzó, con el ultimo Aullador muerto y los bandidos muertos o huyendo. Entendimos que ellos atrajeron a los Aulladores hacia nosotros para crear una apertura y llevarse la plata en medio de la confusión. No contaban con que cuando ya tenían el cargamento en sus manos los Aulladores no diferenciaran entre soldados y bandidos y los despedazaran igual que a nuestros hombres. Entre los muertos había quienes eran poco mas que niños, sus rostros reflejaban el miedo que sintieron antes de ser atravesados por una espada o que unos dientes afilados le despedazaran el cuello.

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Esta imagen pertenece a la pagina de Aftermath.

Entre los muertos enemigos no se encontraba el líder de los bandidos, ni el comandante de nuestra tropa, pero si muchos hombres de ambos bandos y aquí pude entender lo que la ambición por poder y dinero pueden hacer en los corazones de los hombres y que siempre existirán personas dispuestas a sacrificar cientos de vidas por sus vanos intereses. Ahora, solo me queda agradecer que no estoy entre los que han caído y cobrar mi paga al final de esta semana, mi alma necesita un descanso y mi cuerpo una cerveza después de todo esto.


viernes, 26 de febrero de 2021

La interseccion

La interseccion 




Solía amar el cómo se empañaban los vidrios de la ventana del auto cuando estaba con ella. El solo recuerdo de esas eróticas escenas hace revivir en mi piel esas caricias, pero al mismo tiempo se siente el hielo en mi corazón al recordar su ausencia. Esa ligera neblina que empaña la ventana me recuerda a todas las veces que mientras se acostaba en mi regazo escribía con sus dedos “¿Me seguirás amando al abrir la puerta?” Y yo mientras le sonreía le respondía “Siempre” todas y cada una de las veces que lo hacíamos en la intersección de la calle nueve.

Pero aquí estoy ahora, algo ebrio y con mas ganas de seguir viviendo que de seguir existiendo. El porqué realmente no lo puedo recordar sin sentir cómo el corazón se me hace pedazos nuevamente, ya que la muerte es una perra que viene sin avisar y se lleva lo que mas nos hace felices.

Hace tres meses la vida seguía siendo lo que por años conocí, despertaba con ella a mi lado, desayunábamos juntos, la dejaba en el trabajo, iba al mío para terminar en reuniones en donde pensaba más en su trasero que en lo que mi jefe o el traje de turno dijera para luego ir por ella, hacer ejercicio y echarnos una escapada a esta intersección antes de volver a casa. Todo era perfecto en nuestro pequeño mundo hasta que… un auto a toda velocidad la alcanzó durante el almuerzo. Ella estaba comiendo con sus compañeras de trabajo, se reían y quién sabe de quién estaban hablando en el momento cuando ella se acordó de su bolso, cruzaba la calle para ir por él cuando un maldito ebrio conducía a toda velocidad porque iba tarde al trabajo y… Ni ella vio a ese infeliz ni él alcanzo a frenar antes de llevársela por delante.



Eso fue hace tres meses, pero aún recuerdo esa llamada, el que apenas y pude reconocerla en la morgue del hospital. Aún recuerdo las flores que se pusieron en su ataúd. Siempre amó las lilas, por eso mismo se había tatuado una en la espalda… Cómo amaba besar ese tatuaje. Conforme pasaron las semanas acostumbré a estacionarme aquí de nuevo, aunque no estuviera conmigo, era el único lugar donde sentía una relativa paz. Hoy se cumplen tres meses y entre el dolor que sentía junto a las pocas ganas que tenía de seguir en ese departamento que cada noche me recuerda al tiempo que paso sin ella a mi lado siento menos ganas de levantarme y más deseos de dejarme deslizar por la locura.

El ron se volvió mi mejor amigo y aunque la botella esta casi vacía, sigue siendo mejor compañía que ese maldito terapeuta y sus estúpidas manchas de tinta que no me ayudan en nada. La neblina rodea el camino y empaña las ventanas del auto como en otros tiempos nosotros hacíamos. Es en ese momento donde mis dedos van al vidrio y dibujan ese “¿Me seguirás amando al abrir la puerta?” solo para torturarme antes de tomar otro trago. Cuando bajo la botella me asombro al ver cómo se termina de escribir un “siempreeee” alargado y que aunque se viera como escrito por el aire, yo conocía esa letra.

“Diana, ¿eres tú?” Pregunte aun sin saber que estaba pasando.

La ventana junto al asiento del copiloto comienza a escribir “Puede ser” que me recuerda a las veces que le preguntaba algo y me respondía con sus evasivas sólo para hacerme ir tras ella.

Es aquí cuando sentí una suave caricia que pasaba de mi cuello a mi nuca que aunque tenía un tacto tan familiar, también podía sentir unas uñas largas tras ese roce. El sentido de embriaguez me abandona y un calor llena mi ser, quiero más de ese calor y parte de mí sabe que no obtendré eso dentro de este auto.




Al salir de él la veo, siento que es ella pero al mismo tiempo veo que algo en sus ojos es diferente, ya no son claros como el cielo sino que se asemejan a una medianoche. Son negros, totalmente negros y entre su cabello puedo distinguir algo, algo que sobresale entre su ahora más larga cabellera oscura ¿Acaso son cuernos? No lo se, pero me sonríe, aunque sus ojos no sean los mismo que antes, esa sonrisa lo nubla todo. Veo como levantas tu mano hacia mí, me pide que vaya hacia ella y… ella se pierde en la neblina. Voy por ti.


domingo, 17 de enero de 2021

Los Hombres Rojos

 Los hombres rojos


La invasión de los hombres rojos comenzó sin previo aviso. La mañana que ellos llegaron era imposible creer que nuestras vidas cambiarían para siempre; lo recuerdo cada rojo amanecer. Era un día cualquiera, iba camino a la universidad en el tren, revisaba mi teléfono y le escribía a Tinny para quedarnos juntos en el departamento de un amigo.

 

Al llegar a la universidad  encendí un cigarrillo como siempre, saludé a mis amigos y ya planeábamos cómo copiarnos en el examen de historia que tendríamos más tarde. Había una chica despidiendo a su novio de cincuenta años. Uno de mis amigos estaba sobreviviendo de su resaca y se hacían apuestas sobre quién sería el primero en llorar durante los estudios para los finales del otro mes. Lo normal en el día a día del universitario. La mañana transcurrió normal, después del examen y de que Tinny me dijera que sí, algunos de mis amigos quisimos ir al centro a comprar unas cosas… Hoy en día no saben cuánto me arrepiento de eso.

 

Nosotros no éramos soldados, ni súper humanos con habilidades increíbles, solo formábamos un grupo de veinteañeros a los que les gustaba el ron y que aspiraban tener una oficina propia con esa típica foto de graduación donde al menos uno estaba ebrio... pero ya nada de eso será posible.

 

La interferencia en la señal comenzó poco antes de la apertura de los portales. Mucho después me enteré de que fue así en todo el mundo. Hablaba con Tinny. Le preguntaba dónde estaba y la llamada comenzó a fallar sin verdadera razón. Cuando sentí que vibraba la tierra mi teléfono se quedó en negro y seguido a eso algo similar a una explosión arrojó a todos los que estábamos cerca al piso. Una gran onda expansiva se desató y tras ella los televisores explotaron,  los autos se apagaron y todo circuito electrónico se volvió totalmente inservible. No sabía qué pasaba en el resto del mundo, ni me importaba realmente, pero en el momento cuando el humo se despejó pude ver que, donde antes había un puesto de churros, se encontraba un portal de al menos tres metros de alto y cuatro de ancho que flotaba cerca del suelo.

 




Yo estaba congelado. No entendía qué pasaba pero Adrián siempre fue alguien curioso, fue el primero en levantarse y uno de los muchos curiosos que se acercaron a ese portal. Aún recuerdo cómo su cabello se desordenaba por el viento que salía de él. También recuerdo el momento cuando los primeros hombres rojos salieron de ese portal. Salieron en estampida, sin miramientos a lo que tenían en frente. Eran del tamaño de una persona normal, su piel era de diferentes tonos de rojo y se vestían con armaduras de hierro y cuero. Lo más sorprendente eran las armas que portaban. No puedo pasar una noche sin pensar en el momento que uno de ellos arrojó su lanza y acabó en el pecho de Adrián. Su cara llena de sorpresa y dolor, la velocidad con la que esos malditos comenzaron a matar sin piedad y que mis piernas solo valieron para correr.

 

Mis amigos y yo huimos como pudimos de la matanza que se estaba formando en la plaza. La última vez que volteé pude ver que ya no salían solo esos hombres rojos, sino otros más grandes y amarillos, junto a otros hombres rojos montando criaturas de cuatro patas, con el tamaño de un caballo y la cara de una hiena. María quiso ir con el policía más cercano y éste saco su pistola sin pensarlo, apuntó al hombre rojo más cercano y cuando disparó, entendí que no solo los aparatos eléctricos ya no funcionaban, sino que las armas de fuego también eran historia… Tanto ella como el policía fueron atravesados por espadas y hachas antes de que pudiéramos hacer algo. Corrimos todo lo que pudimos, nos alejamos todo lo posible de la plaza y después de atravesar un parque que daba a los barrios, me di cuenta de que esto era más grande de lo que pensaba ya que había hombres rojos y obreros enfrentándose en la construcción. Pude ver cómo a uno de esos malditos seres le aplastaban la cabeza con un martillo.






Entre tantas cosas que pude notar fue el hecho de que mientras los hombres de la plaza tenían armaduras y sus colores eran más opacos, éstos de aquí tenían un brillo mas notorio en su piel y sus armaduras parecían de cuero delgado; además, no eran tan buenos usando esas armas como los de antes… No nos quedamos a ver cómo terminaba ese horrible enfrentamiento. Recuerdo que vomité, que Ana volvió a llorar y que Richard dijo “mi papá trabaja ahí” antes de salir corriendo hacia esa construcción. No me siento orgulloso pero ni lo detuvimos ni fuimos tras él. Los próximos seis días nos fuimos separando, cada quien fue hacia donde pensó que le iría mejor o con su familia. Yo salí de la ciudad para buscar a mis padres, después de ver cómo una sociedad moderna se derrumbaba a mi alrededor y el cómo esos hombres rojos se hacían con el control de todo, mataban a muchos y a los que dejaban vivir los volvían esclavos. No hablaban español pero tenían unos pequeños hombres azules que sí entendían nuestro idioma.

 

La llegada a mi barrio fue una bienvenida llena de sangre y muerte. Me perseguían varios de esos hombres rojos por las calles que tanto conocía y pensé que era mi fin, hasta que al cruzar una esquina un brazo me atrapó y lo siguiente que supe era que esos hombres eran atravesados por vigas de hierro afiladas. Quien me había tomado era un antiguo conocido que tenía varias cuadras siguiéndome la pista y mientras me guiaba entre las casas del barrio me explicaba que las diferentes pandillas, la policía y los honrados vecinos que teníamos al fin habían hecho un tregua para mantener a esos hombres lejos de los civiles indefensos. Las relaciones eran tensas pero… funcionales por el momento. Llegamos a mi barrio, donde mis salvadores también iban llegando con las armas y armaduras que habían recolectado de los hombres rojos eliminados. “Botín de guerra”, pensé. Vi a la mujer que siempre tomaba café con mi mamá en las tardes, cosiendo el lateral del chico que antes robaba carteras en la avenida y al policía que me detuvo una vez por conducir rápido tomando la mano de mi antiguo profesor de química para acompañarlo mientras las heridas terminaban de matarlo.

 



Cuando encontré a la señora Buitrado no le pregunté por su esposo o por su jardín, sino que la abordé para pedirle información sobre mis padres y mi hermana. Ella entregó a su pequeña hija  a los brazos de su hermana y me pidió que la siguiera. Su voz sonaba apagada y distante mientras me contaba… “Desde el primer día esos hombres mataron sin piedad, pero, tú sabes que estos barrios jamás han sido fáciles de domar para nadie y a ellos tampoco se les iba a dejar fácil. Aunque las armas de fuego no funcionaban, nuestros machetes, palas, fierros y hasta los cuchillos de cocina sí que lo hacían… Y funcionaban bien. Ellos no lo tomaron bien, y aunque han tratado de venir y tomar estos barrios, siempre regresan a su base heridos y maltrechos los muy malditos. Solo una vez, hace dos días, pudieron entrar y llevarse a muchas personas, entre ellos a tus padres y hermana… Los pusieron ahí para burlarse de nosotros, hijo. No pudimos hacer nada y ellos lo hicieron solo para hacernos sentir menos”. No entendía lo que me decía, pero mis ojos me dieron la respuesta antes de preguntar.

Había una parte del barrio desde la que podías ver la antigua escuela de artes, la cual daba espacio a un gran campo donde antes se hacían actividades para la gente de aquí… Ahora en ese campo había más de cien personas atravesadas por estacas clavadas en el suelo. No tenía que ser un genio para saber que ahí estaban mis padres, mi hermana, mis vecinos y muchos otros. Mis piernas temblaban y no me sostuvieron más. Las lágrimas salieron solas y los sollozos no pararon por un buen rato. La señora Buitrago se quedó allí parada, en silencio, mirándome no con lastima sino con comprensión en los ojos. Cuando parte de mí sintió calma, me abrazó y me dijo “Nos han quitado todo, hijo; nuestro estilo de vida, nuestros amigos, nuestra familia… Ahora quieren nuestras vidas y no lo vamos a permitir.  Vamos a luchar con todo lo que nuestras manos puedan usar y no quiero saber que llegues a sentir compasión alguna vez por ellos. No la merecen”.


 


Jamás pensé que esa mujer tan amable podría decir cosas como aquellas pero, al mismo tiempo ya nada era como la vida que solía conocer. Han pasado seis meses desde ese atardecer, he visto morir a muchas personas que solia conocer, también he arrebatado vidas de hombres rojos, azules y no he sentido compasión ni una sola vez desde el dia que decidí tomar una espada. Hoy esos malditos están patrullando fuera del campo de prisioneros y nosotros seremos la distracción, haremos ruido y acabaremos con todos los que podamos mientras el otro equipo rescata a los prisioneros. Logramos recuperar unas cuantas bombas de humo y ahora uso un traje de protección para defenderme, un escudo y una espada corta que siempre me acompañan. Los hombres de Dalton arrojan las bombas de humo y en ese momento es que yo avanzamos hacia ellos, hacia los hombres rojos hacia… El enemigo.

 

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